>Quiénes somos>Los camagüeyanos>Luis Pichardo y Loret de Mola, prócer del periodismo camagüeyano
Adalberto Afonso.
Camagüey, abril de 1993.
Algo muy señalado hay en la obra de Luis Pichardo Loret de Mola; algo que, en los tiempos actuales, es rara avis en muchos escritores: la presencia de Dios. Pocos son los artículos suyos en que no aparece el nombre del Creador. En este descreimiento materialista, en este constante renegar de las verdades espirituales, el escritor que piense en Dios y escriba la divina palabra es merecedor de la más cálida simpatía y digno de la más entrañable acogida. “Agudísimo observador, al par que expositor impecable y veraz, Luis Pichardo ve con el sentimiento, expone con el alma entera, abarcando zonas insospechables en que la luz y la sombra se confunden para cualquier pupila, menos la suya”.
Luis Pichardo Loret de Mola nació en la ciudad de Camagüey el ocho de enero de 1903. Fue el menor de los cuatro hijos de Lucas Pichardo Gonzálves y de Clemencia Loret de Mola y Boza. “Descendiente ilustre de dos familias de hondo arraigo camagüeyano... sigue hoy Luis el mandato familiar, colocándose en lo cimero de la disciplina que escogió en la vida como arma de lucha por la existencia. Tiene de los Pichardo la veneración por lo justo, el arraigo de una fe sincera, el talento luminoso y la rara cualidad de saber trasladar sus pensamientos, siempre elevados, con nítida claridad y vestidos con elegante ropaje que sólo es patrimonio de los escritores de médula. De los Loret de Mola tiene la bondad característica de la familia, el férreo concepto de hombre a plenitud y caballero fundamental y un hondo y encendido amor a la Patria”.
Adolescente, se inició en el periodismo en abril de 1921, en el periódico El Popular. A fines de ese año pasó al diario El Camagüeyano. Aquí ocuparía, en el transcurso de más de treinta años, desde el modesto puesto de tipógrafo, hasta los puestos de jefe de información general, jefe de la plana política y editorialista; aquí desarrollaría la mayor parte de su labor periodística. De 1933 a 1935 editó El Sol, diario defensor de las proyecciones revolucionarias de su época, y del cual era su director y uno de los propietarios. De 1941 a 1944, fue director de El Liberal, hasta que tal publicación se incorporó al diario El Camagüeyano.
Durante casi dos décadas, en su sección Meridianas abordaba los más diversos asuntos sobre la problemática social de la actualidad, costumbrismo, personajes reales o de ficción, crítica artística y literaria, filosofía, religión, política local, nacional e internacional, y, en fin, sobre cuanta cuestión de interés estimulaba su curiosidad intelectual. Algunos de esos artículos fueron recogidos en dos libros: Meridianas (Selecciones) en 1947 y Mi suma ideológica, en 1956. A través de su sección apoyó y alentó cuanto proyecto fuese en beneficio de la comunidad, como cuando Juan Bautista Castrillón (“Don Pancho”), director de la radioemisora CMJK propuso erigir un monumento digno del siempre recordado Padre Valencia, el cual se inauguró el ocho de mayo de 1955, a la entrada del entonces asilo Padre Valencia.
Sus actividades periodísticas y ciudadanas lo hicieron merecedor de múltiples premios y condecoraciones, entre los que mencionaremos:
º Miembro Honorario del Comité Cultural Argentino, otorgado en Buenos Aires en agosto de 1939 “... por sus valores intelectuales y su fecunda acción a favor de la unidad espiritual y la paz de América”.
º Diploma de Honor otorgado por el Ayuntamiento de Camagüey en febrero de 1942.
º Primer premio periodístico municipal Manuel Ramón Silva, durante los años 1945, 1946 y 1947.
º Primer premio periodístico nacional Rodrigo de Xerez, en 1945 y 1946.
º Premio provincial de periodismo Walfredo Rodríguez Blanca durante 1946, 1948 y 1954.
º Grado de Caballero de la Orden de Mérito Carlos Manuel de Céspedes, concedido por el Ministerio de Estado de Cuba, por decreto de fecha 10 de octubre de 1951.
º Premio nacional de periodismo Justo de Lara, por su artículo La calle, monstruo moderno, publicado en el diario El Camagüeyano el 30 de septiembre de 1951. En grandioso homenaje en el Salón Caribe del Gran Hotel de Camagüey, se le entregó el 29 de marzo de 1952. Fue el único periodista residente en el interior de Cuba que recibió tal premio, instituido en 1934 por la tienda habanera El Encanto. Su artículo fue reproducido el 24 de febrero de 1952 en toda la prensa nacional.
º Ciudadano de Mérito, otorgado por el Ayuntamiento de Camagüey el 11 de marzo de 1955 y que se le entregó el 9 de diciembre de ese año, al inaugurarse el edificio del Colegio de Periodistas de la Provincia de Camagüey.
º Premio Varona, concedido en La Habana el 6 de abril de 1956, por su artículo Dime, Bayardo, publicado en el diario El Camagüeyano el 23 de diciembre de 1955.
º Miembro de la Academia de Artes y Letras de Cuba. Designado el 13 de enero de 1958. Su candidatura había sido presentada por los académicos Dr. Agustín Acosta y Dr. José Manuel Cortina al presidente de esa prestigiosa corporación Dr. Miguel Ángel Carbonell, quien inmediatamente la sometió a voto y fue aprobada por unanimidad.
A los ingentes esfuerzos de Luis Pichardo se debió la construcción del magnífico edificio para el Colegio Provincial de Periodistas, situado en la esquina de las calles Lope Recio y San Patricio. Allí funcionó durante cuatro años la escuela de periodismo Walfredo Rodríguez Blanca, de la cual era director y profesor de la cátedra de Redacción. El 18 de marzo de 1959 presentó su renuncia a ambos cargos por conocer que se estaban entregando certificados de aptitud a intrusos en la profesión de periodismo. Un par de meses antes se había jubilado, al ser intervenido El Camagüeyano por militares del gobierno revolucionario.
Nunca más volvería a publicar, aunque continuó escribiendo en diversos géneros, como lo muestra una magnífica y bien documentada biografía sobre Ignacio Agramonte y varias obras teatrales, todo ello todavía inédito. Su devoción de siempre por San Juan Bosco y su firme religiosidad se hicieron más intensas. Pasó sus últimos años atormentado por penosa enfermedad neoplásica. Al fallecer, el ocho de septiembre de 1978, ni una simple esquela apareció en la prensa como recordación póstuma a quien tanta gloria aportó no sólo al periodismo camagüeyano, sino al de toda nuestra nación.
Camagüey, abril de 1993.
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Este artículo biográfico ha sido publicado en las revistas:
Enfoque. Diócesis de Camagüey. Enero-junio, 1993. Año XIII, Nº 46. Páginas 5 a 10.
El camagüeyano libre. Órgano oficial del Municipio de Camagüey en el Exilio. Publicación bimestral. Año XIII. Miami, Florida. Marzo-abril, 1997. Nº 1. Páginas 21 a 23.
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