>Quiénes somos>Los camagüeyanos>Salvador Cisneros Betancourt
Arturo E. Comas.
Agosto, 2003.
Salvador Cisneros Betancourt nació en Camagüey, antiguo Puerto Príncipe, el 10 de febrero de 1828, y desde muy temprano escuchó el llamado de su tierra que sufría los desmanes del colonialismo español.
Estudió en Filadelfia casi siendo un niño, y allí se graduó de ingeniero civil. Al regresar a Cuba se asentó en Camagüey, donde promovió todo cuanto mejorara la prosperidad material, intelectual y política de sus compatriotas. Fundó periódicos desde los cuales denunció con valor los crímenes y abusos de las autoridades hispanas de la época.
En cada conspiración surgida en tierras camagüeyanas, allí estaba presente, y el 4 de noviembre de 1868, a pocos días del llamado de Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, respondió al frente de 72 jóvenes revolucionarios.
Cisneros Betancourt fue un sabio estadista al frente de los destinos de la República en Armas y era considerado uno de los pilares en aquellas responsabilidades.
Cuando la tregua fecunda, como la llamara José Martí, viajó a los Estados Unidos, y allí sostuvo una dura lucha contra la miseria que lo acompañaba. Vivió humildemente y nunca aceptó la caridad, no por orgullo, sino por Cuba.
Cuando regresó a Puerto Príncipe, después del fracaso de un nuevo levantamiento en 1885, dividió en colonias las haciendas que le quedaban en Las Minas, para usufructo de los veteranos del Ejército Libertador.
Sencillo miembro de la prestigiosa organización iniciática de la masonería, escuela por excelencia de la moralidad, el valor y el honor, se destaca por su sensibilidad humana siendo uno de los rasgos que lo distinguían y que se sintetizan en este hecho: al morir un capitán afrocubano del Ejército Libertador con un aval de soldado valeroso y de honor, a la cabeza del entierro estaba Salvador Cisneros y los restos del valiente militar fueron enterrados al lado de sus nobilísimos antecesores, en el nicho de la Marquesa de Santa Lucía.
En su carácter de presidente de la República en Armas, estuvo presente en la redacción de la Constitución en Jimaguayú, y luchó incansablemente contra las manifestaciones de anarquía, dedicando sus energías a la formación de un gobierno civil.
Salvador Cisneros Betancourt, Marqués de Santa Lucía, fue un defensor del más puro ideal independentista, y luchó con todas sus fuerzas para que Cuba no fuera una neocolonia. Cisneros Betancourt, al votar en contra de la Enmienda Platt, argumentaba : "... se va en oposición de nuestra independencia absoluta, y a eso no hemos venido los que tenemos el honor de ocupar estas sillas, por más que de momento podamos tener prosperidad, esclavizando para siempre la suerte de los cubanos venideros".
Salvador Cisneros Betancourt vivió con honor y hasta los últimos momentos defendió los intereses sagrados de la Patria que lo vio nacer. Muere en La Habana el 28 de febrero de 1914, a la edad de 86 años.
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