>Documentos>Para no tomarlo en serio
María B. Rivadulla,
para Camagüeyanos por el Mundo.
Puerto Rico, diciembre de 1999.
¿Qué pasó con el sentido del humor, tan de nosotros los cubanos, a partir del año 1959?
¿Quedó sólo como refugio y escape para enmascarar hechos, ante las viscisitudes y necesidades
que hemos tenido que pasar, en cada etapa histórica y secuencial de cuatro décadas, dentro del
territorio nacional -con sus penas y pesares- y en las tierras del mundo que no reclamaron el
concurso de nuestros esfuerzos, pero que tuvimos que aportar de todas maneras para poder
sobrevivir en el exilio? ¿Qué hubiera pasado si cada Álvarez Guedes que habita inquieto dentro
de nosotros hubiese dejado, por ejemplo, de tomar en serio a Fidel Castro y nos hubiésemos
dedicado a hacer chistes a costa de sus "geniales" disparates? ¿Y si pese a la censura y los
cierres de periódicos y tabloides serios y humorísticos, hubiesen salido volantes y más volantes
clandestinos (durante la sangrienta dictadura de Batista salían a montones y se regaban por las
calles), ironizando y tirando a puro chiste, cada actuación, invento, discurso y hasta jueguito
de baloncesto del Máximo Líder de la Revolución?
Por ejemplo, para el experimento de las ocas, aves importadas que después fueron muriendo por
falta de pienso especializado, idea "originalísima y por supuesto genial" del Comandante en
Jefe, hubiese venido bien la caricatura narizona y engorrada de Fidel, con aves comiendo
piedras, junto a las caras largas y mustias de asesores avícolas con los ojos en blanco, y una
nota escrita con rasgos ligeros y vocales ampliadas para recrear su entonación en los discursos:
"Estas soooon, compañerooooos, las aves que trajimos de África, las ocas, que se multiplican
rapidísimo y comen hasta piiiiiedraaas. Otro de los logros de la Reeevolución".
¿En qué condiciones quedaría la vanidad del Comandante, si se tira a relajo, con un
comic, la idea de la Zafra de los Diez Millones, dibujando en un pedacito de papel a
Fidel, chiquitico, chiquitico, en un campo de caña, y guareciéndose de una mancha voladora de
diez millones de cubanos con mochas en la mano y alitas de angelitos a la espalda, cortando
diez millones de pedacitos de nubes o fajándose con diez millones de animalitos voladores
también para hacer una montaña grande de picotillo que pareciera azúcar y que al caer encima de
un plato de una báscula, no marcara ni cinco? ¡Lástima que no sea ilustradora: me daría gusto
ahora mismo haciendo el dibujito!
¿O, en medio de una voltereta de su ciclotimia, cuando creó las Milicias Territoriales y puso
a to' el mundo a entretenerse, en lo que llegaban los yanquis a invadir el soberano suelo
que le pertenece (o al menos actúa como si tal y por eso nadie se lo puede tocar), haciendo
túneles subterráneos? ¡Ah! Bien que se hubiese visto una caricatura y unos cuantos chistecitos
sobre Fidel, con Fidelito, en shorts (en pijamas no, que eso es un chiste malo para los
dirigentes de la Revolución), metidos en un tunelcito de esos y comiendo galleticas de soda
americanas.
Alguien, que trabajó mucho tiempo en el organismo que "planificaba y organizaba la economía de
Cuba", decía que toda la estructura aquella, todos los estudios universitarios y todas las
investigaciones científicas, se volvían talco cuando el Comandante leía algo, aunque fuese en
un Selecciones atrasado, y creaba una idea "genial" para multiplicar por cinco (muy poco para
la escasez) los bienes de consumo o servicio para el pueblo cubano. Obviamente, nadie podía o
puede ir en contra de esa idea. Así que se me ocurre que cuando inventó la famosa vaca F-1,
cruce de Cebú con Holstein, para lograr aquella cosa que debía ser Supercow en
producción de carne y leche, se podría haber hecho correr de mano en mano un dibujito, aunque
fuese sólo por la ciudad de La Habana (el chisme le hubiese llegado rápidamente), con un
circulito lleno de vacas y toros que comenzara con el encuentro amoroso Cebú-Holstein, para
terminar en una cosa con cuatro patas, vietnamita, mezcla de mastodonte con ciervo, con sombrero
y todo, mientras, mirando al animalejo, podía estar cualquier muñequito, inventado antes o
después de la Revolución, Chaguito o Elpidio Valdés, con cara de "yo no fuí" tendiendo un plato
y un vaso desechables hacia una cara de Fidel, mefistofélicamente chupada por el hambre que
también está esperando que su engendro genético dé algo que no sea excreta.
Casi le veo la cara arrugada a mi padre, quien con toda razón me dice que para ejercer
periodismo objetivo, de altura, con profesionalismo y seriedad, hay que evitar párrafos largos,
adjetivos en demasía y relajitos baratos. Mi papá es una persona excepcional, como periodista
y como ser humano. Por eso lo quiero más allá de lo que sea. Pero creo que nos hemos equivocado
todos tomando a Fidel en serio. Desde el inicio, desde sus arengas locas, que afortunadamente
no tuve que oir, porque bastantes discursos post tuve que aplaudir.
Por cierto, hablando de discursos y aplausos: si cuando la simpática paloma se posó en el hombro
de aquel barbudo de dedo parado, le hubiésemos podido sacar una caricatura a éste con el traje
bautizado de cagarruta, la nariz tapada con un pañuelo por la alergia y el micrófono engurruñado
y con un paragüitas, por miedo a que lo fueran a bautizar otra vez con materia fecal, ¿hubiese
durado mucho el Comandante Invicto? ¿O si, ante el tremendo ridículo y los montones de regalitos
llegados de todas partes del mundo, de todos los presidentes de naciones libres y democráticas,
con cajas de lazos llenas de pañuelos desechables, cerámicas caras y baratas con figuras de
palomas y hasta un busto erigido frente a la Plaza de la Revolución con Fidel encima de una
gran mole de excremento palomeril, siguiendo el impulso visceral de su perreta hubiese decidido
tirarse del último piso de su ego llegando al suelo totalmente espachurrado?
Repito, creo que la gran equivocación estuvo en tomarlo en serio. En honor a la verdad, la
hipótesis no es mía, sino de mi compañero de vida y labor, que tiene unas ocurrencias de
película. Le compré totalmente el comentario cuando lo hizo por primera vez. ¡Y ahora no se lo
devuelvo, vaya! Con Castro no hicimos más que institucionalizarlo. Lo sustentamos, lo
consolidamos en el poder. Y con su genialidad, capacidad de manipulación y adaptación, más la
gran seriedad que dimos a todos sus primeros, segundos, terceros y posteriores actos, logró
hasta meterse en un bolsillo a Marx, Engels, Lenin y cuanto tipo se le puso delante que le
ofreció ayuda y que, obviamente, tampoco tenía desarrollado el sentido del humor y el ridículo.
Ahora mismo, con el tema de la devolución del niño Elián, que un padre cheísta trasnochado
(por lo de la foto del Che en las desconchadas paredes de su casa salida en el periódico), exige
(obviamente por "orientación" directa del partido y de Fidel), junto con no sé cuántos millones
de habitantes (seguimos siendo exagerados los cubanos, ¿no?), podríamos lanzar una campañita de
relajo y a Fidel, con las canillas al aire, montado en una balsa, en medio del Estrecho de la
Florida, con una botellita de agua y dándole a las manos, arrugadas y llenas de pecas de viejo
cagalitroso (gracias, Álvarez Guedes, por tan apropiado calificativo, lo justamente peyorativo
que puede ser para quien así lo merece) y gritando a todo dar: "Voy a rescatar a ese niño del
monstruo imperialista revuelto y brutaaaaal que lo tiene secuestrado. ¡Les dije que les daba
72 horas y aquí me tienen, dispuesto a dispararles con mi pistolita de agua!"
Una gran trompetilla gigante, desde Miami, desde dentro de cada casa en Cuba, a una hora
determinada, un día específico, a la que se sumen todos los periódicos del mundo, que por un
día se despojen de la seriedad de su ministerio, podría lograr el milagro. Más ahora, que está
viejo y aunque no quiera reconocerlo, por fuerza cansado; por tanto, en él implica menos,
mucha menos capacidad para tolerar la derrota y el pisoteo de su mayúscula vanidad.
¿Lo probamos?
(Que me perdonen el chiste todos los que, como yo misma, hemos sufrido, perdido la patria y
muchos hasta la vida en tantos y tantos casos, en el exilio, dentro de la Isla, en misiones
absurdas de ambos lados; los que hemos sufrido con la dignidad pisoteada, la hermandad herida,
el dolor de la separación y destrucción de familias; los que se ahogaron en el intento de huída,
las ilusiones que se fueron a pique de los honestos que creyeron en aquel experimento, el
practicar y vivir en la hipocresía y el oscurantismo político, los esfuerzos perdidos para
derrocar la dictadura, la crueldad de las prisiones, el hambre y más que el hambre, la miseria
humana, el aprender a vivir de forma primitiva a las puertas ya de un nuevo milenio, en hordas,
con palos o sin ellos. Pero estoy cansada, muy cansada, y quisiera ver el final de esto y el
principio, aunque sea el principio, de algo mejor para mi país.)
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