>Documentos>Navidad verde
Luis A. Dumois N.
Guadalajara, Jalisco, México, diciembre de 1999.
Durante los días más duros de la Segunda Guerra, los soldados norteamericanos destacados en
el Pacífico soñaban con una Navidad blanca. Blanca Navidad, el nostálgico villancico de
la época, llegó a todos los rincones del mundo. (¿Quién no recuerda el final, repetido año con
año —y siempre esperado con cariño por todos—, del programa navideño de Bing Crosby?)
La guerra en el Pacífico, con todo su sufrimiento, sangre y dolor, duró unos pocos años.
Yo llevo soñando cerca de cuarenta años con una Navidad verde.
Con una Navidad en el verdor de mi campiña, con el verde de mis palmas, con el olor de mi
mar, con el azul de mi cielo, con el hablar de mi gente.
Hacemos por aquí todo lo que podemos, eso sí. El veinticuatro por la noche, lechoncito
preparado con la vieja receta, mojito, congrí, yuquita con mojo, música de ésa que
hace mover los pies, reunión familiar y todo lo demás. (Como buen cubano, tengo un par de
matas de naranja agria en el jardín, y en un cantero intocable —prohibido por ley paterna
meterle mano—, un manojo de yerbabuena perfuma el ambiente.)
Esa noche, a ratos, hasta hablo un poco con el acento que cada día se me pierde más.
Otros de nosotros tienen menos suerte que yo. Viven en países en donde la Navidad es
blanca y fría de verdad, donde no crece ninguna de esas cosas que los cubanos llamamos, por
razones inexplicables, viandas, y donde no se toma ron y la gente baila como si no tuviera cintura.
Muchos tienen el verde y las palmeras y el mar y el cielo azul y no tienen Navidad.
Y aun hay quienes no tienen nada. Que viven sin esperanza, sin hoy ni mañana.
Para todos nosotros, sin embargo, vino Cristo a este mundo. Para bien de todos. Ese es el
verdadero significado de la Navidad, colores, símbolos y tradiciones aparte.
Por la esperanza que vive en ese Niño chiquito que mañana nace, es por lo que deseo a todos
nosotros, Camagüeyanos por el Mundo y camagüeyanos en Camagüey; cubanos y no cubanos, hombres
y mujeres de todas partes, la más feliz de las Navidades. Y que el 2000 que se avecina nos
encuentre un poco menos desunidos, y un poco más cerca de Dios.
¡Feliz Navidad!
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