>Documentos>Los amargos guerreros cubanos
María B. Rivadulla,
para Camagüeyanos por el Mundo.
Puerto Rico, diciembre de 1999.
Dos días atrás terminé de leer el recién estrenado libro de Norberto Fuentes, Dulces
guerreros cubanos. De "sopetón", con los únicos respiros ineludibles de la vida actual,
con los compromisos de trabajo, el estrés, la temporada navideña y el pago de la renta.
Quise esperar antes de escribir nada al respecto. Existe un aspecto que no deja de ser
incidente e incisivo en este proceso. Yo misma.
Y a Norberto parece que le sucede igual. Norberto el escritor. Excelente escritor. El Norberto
que no se ve en estas páginas, de los primeros años de Lucha contra bandidos y aún más
importante, el de Condenados de Condado; Norberto el que oscila como un péndulo hasta
que capta la esencia del sobrevivir. El Norberto que crea un compromiso "de honor" con el
coronel Antonio de la Guardia, su amigo, su brother, de escribir y describir las hazañas
del que fuese héroe —por poco más de un día— en el mundo ficticio y frágil de los héroes de la
Cuba desde hace cuarenta y más años.
Y el libro, que dice ser ese compromiso, se convierte en el autor mismo como protagonista,
centro y eje: Norberto y todos los Norbertos, en los jimagüas Tony y Patricio de la
Guardia y en todos los Antonios y Patricios, en todos los Ochoas, Raúles, Aldanas, Fideles:
empayamados, prisioneros, fusilados o gozando de unos privilegios que según nos decían
hace años, ensoñadoramente, eran merecidos, por todo lo que habían luchado para conseguir el
bienestar y la dignidad plena de la nación.
Total crudeza en la narrativa, excelente labor de la pluma. Toda una generación creada y criada
para mentir, corromperse, valorar la amistad o hermandad por lo que se da, se recibe o se dice
o deja de decir. La corrupción más allá de cualquier acápite moral, a punto de genetizarse.
Sin el ropaje de enfoques moralistas baratos, el resultado de lo que se ha desarrollado en
Cuba es nauseabundo. Y la sensación es de profunda pena. En ocasiones, la tristeza de estos
años fuera de Cuba, de criar a mis hijos sin sus raíces y su suelo primario, me hacían revisar
una y otra vez la decisión tomada. Ya no. Imposible desear que la carne y la mente de seres
que amo y a los que les di vida, se conviertan en Norbertos o Tonys, Patricios,
Arnaldos o sus propios hijos o esposas y esposos de cualquiera, emparentado con los "dulces
guerreros cubanos" y el grupo de los elegidos.
Que todos ellos, los mencionados con buena o mala intención y aquellos que se omiten porque
sí o por desconocimiento, hayan logrado sobrevivir —aún en el caso de los muertos— a través
de esas páginas gracias al arribismo, acomodamiento, petulancia, traspiés, ocultamiento,
enriquecimiento ilícito más allá de lo que conocemos o nos imaginamos, traiciones y muchos
más calificativos innecesarios ya de nombrarse por el exceso, es una derrota, vista en su
enfoque más universal, en el desarrollo social del ser humano.
Queda en el aire una pregunta: ¿cuántos de estos dulces-amargos guerreros cubanos, llenos de
pus hasta los mismos huesos, armados con fusiles o plumas, están o irán a regarse por el mundo,
o se ubicarán en puestos ejecutivos de relevancia en el comercio o la política de la Cuba del
futuro?
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Fuentes, Norberto:
Dulces guerreros cubanos
Seix Barral, S.A., Barcelona. 2da. edición nov. 1999 (1era. edic. oct. '99)
ISBN: 84-322-0841-8
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